Cuando los profesores son cretinos y las universidades les dan licencia.




Cuando los profesores son cretinos y las universidades les dan licencia.

 Cuanto hay que agradecer al feminismo y cuanto hay que aguantar por cortesía del machismo, pero pasa que todavía tenemos en las aulas de clase docentes entregados a una labor, no de la educación precisamente, a la labor de ser unos completos cretinos.

He descubierto que el modus operandi del cretino es hablar mucho de nada, hacer poco de lo mismo y mantener una fachada de utilidad, que sus acciones no sustentan.

Poco molesta no estoy con las situaciones a las que las mujeres de cualquier edad estamos expuestas, y es que el machismo está tan incrustado en la mentalidad de ciertas personas, que creen que sus ofensas son gracia.

Las mujeres no tenemos espacios seguros, y no es alarmismo, es algo que es cierto, en todos los lugares somos víctimas de atropellos por parte de quienes creen tener la verdad revelada sobre las posiciones que todos deben ocupar, menos la de ellos mismos, estos personajes deberían estar vetados de las aulas académicas, son un peligro y las universidades no deberían tener contemplaciones con ellos.

 La violencia hacia las mujeres no es chiste, pero a la gran mayoría le da muchísima risa; resulta divertido un profesor que luego de haber sido puesto en evidencia mediante PQRS, se burle de lo denunciado y a tono más de burla, diga en clase “vayan y pónganme más PQRS”.
Esa seguridad solo la da saberse impune, debido a que la universidad lejos de contener y corregir su comportamiento, le ha dado vía libre y le ha demostrado que las quejas de las estudiantes son para ignorarlas.

La violencia en ninguna de sus formas es chiste, las mujeres no tenemos que soportar en las aulas de clase “chistes verdes” o “subiditos de tono” por parte de un docente, que disfraza su trato vejatorio con las risas cómplices de los demás estudiantes que piensan igual.
Está tan normalizado el acoso, los malos tratos, que se olvidan que esas mujeres compañeras de clase, se sienten ofendidas, ridiculizadas…pero que no es importante, mientras a la mayoría le da risa.

Que la mayoría aplauda algo, no lo hace correcto, solo nos coloca en la posición de que nuestro entorno ha normalizado la violencia, que las universidades no son sitios seguros y que hay una permisividad implícita en actuaciones ineficientes por no decir nulas, para detener esta clase de comportamiento.

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