Érase
una vez una ciudad alegre, conocida por su carnaval, sus personajes
internacionalmente famosos, por su comida sabrosa y variada; por ser un
importante centro de abastecimiento de políticos con vidas de reyes.
En
esa ciudad cualquier cosa era posible, impuestos que se roban impunemente los
mismos de siempre y las nuevas caras que llegan a hacer lo mismo, movidos por
la envidia de la “buena vida” de los atornillados, pero jamás por brindar un
servicio en beneficio de la comunidad, bueno…en nombre y beneficio de la
comunidad de amigos personales y familiares, para esos, si suelen hacer bastante.
La
alegría de la que se caracteriza y de la que se ufana con gran orgullo, es la resignación
del imbécil, que ante los atropellos se vuelve cómplice con el silencio que
compran las estrellas del junior, sus nuevas contrataciones, los monumentos a cualquier cosa y por
su supuesto las fiestas. Porque si hay quienes saben de fiestas, son los habitantes
de esta ciudad.
fiesta
con lo ajeno, fiesta con esa espantosa ideología “que el vivo, vive del bobo" creyendo
que los comportamientos contrarios a la ley y la falta de ética son cosas de
las que se sentirse orgulloso y que el bobo es el que respeta lo que se
requiere para mantener una sana convivencia. Eso se traduce en mayor
inseguridad, porque les metieron la idea de que si alguien tiene más, eso les
da el derecho de arrebatárselo y llevarse consigo la vida de esa persona; se
creyeron con derecho absoluto a los beneficios, sin hacer ningún tipo de
esfuerzo y a lo que llega a la puerta de la casa y que el esfuerzo está en
hacer la fila para cobrarlo; Se llenan de niñas y niños que no quieren, pero
que mantienen con su llegada y presencia mas “ingresos” y así se perpetua la
pobreza que en este sitio como en el mundo entero se recrudece para las
mujeres.
Y
hablando de mujeres, hasta hace poco y de forma oficial se referían a nosotras
como un producto que podía ser mercantilizado y que era al lado de su fiesta
insigne, cosas que podían resultar de interés a nacionales y extranjeros.
A
estas personas, les roban con cada periodo político un poco de lo que les
cuesta tanto conseguir, todo sube de precio, a todo le gravan impuesto y entre
todo lo que le quitan, también se llevaron la navidad, no un grinch con el
corazón pequeño, sino varios avaros con ganas de cuentas bancarias más grandes.
Solo
es salir a las calles y rememorar las luces y la imaginación en las
decoraciones navideñas; las casas en estos últimos diciembre, lucen casi que igual al resto
del año, porque hay un mal que acecha la navidad y que se la ha llevado y
reservado solo para unos pocos y para espacios interiores.
No
había que ir a los barrios de la gente adinerada, cada casa en los barrios
populares era un derroche de luces que alegraba hasta al más amargado, contagiándolo
si no era de espíritu navideño, por lo menos le proporcionaba la sensación de
estar transitando una época diferente del año.
Las
luces no son solo un elemento decorativo, son ilusión para niños y adultos, son
un respiro al finalizar el año calendario en el que reevaluamos que de alguna
manera nos mantuvimos en pie; época en la que se recuerda a los seres queridos
que partieron de una manera diferente, porque si bien se extrañan siempre por
igual, las luces daban un alivio, mantenían la esperanza de un reencuentro en
un lugar donde todo duele menos.
Las
empresas de electricidad, con sus incrementos y sus impuestos, se fueron
llevando la magia que las luces y los decorados daban a los habitantes de esa
ciudad, como si de un plan macabro para mantener a sus habitantes en la tristeza se tratara. Porque
hasta la fiesta anual que es patrimonio de la humanidad está siendo reservada
para el disfrute de quienes puedan costear altas entradas a los eventos y de
cualquiera que venga de afuera, haciendo para los habitantes naturales que esos
días sean unos de caos de movilidad y restricciones, pero no de disfrute.
A
este sitio se lo tomó la oscuridad de seres con los mismos apellidos, como si
de una novela se tratara; y de unos empresarios de la energía que no están
pensando sino en ellos; los políticos nacionales hacen de las suyas, y
devuelven con odio lo que esta tierra les representa, porque a los del interior
del país, les enseñaron que costa y costeños son una especie de producto
defectuoso, con personas que ellos ubican en categorías inferiores y que a propósito
representan caricaturizados como lo peor de lo peor, porque ni aun con la
campaña de desprestigio, ni los atropellos logran evitar que de estas tierras
nazca tanto talento y se conserven ilusiones de una ciudad y un país mejor.
Nuestra
naturaleza es susceptible a los eventos, a los estímulos, a los discursos, sin embargo o siendo consientes de esto nos
han robado la luz y pagando esos recibos absurdos nos roban mensualmente a los
usuarios.
Air-e
y los políticos desde hace años nos fueron quitando de a poco, para que el
efecto de la rana en el agua hervida nos adormeciera y nos hiciera olvidar la
maravillosa experiencia de salir y ver las casas iluminadas y decoradas.
Era
un plan salir en familia a ver el alumbrado de los barrios, un espacio familiar,
una tradición decembrina, que entre los altos costos del servicio de energía y
el aumento desenfrenado de la gasolina, nos quitaron.
En
esta ciudad hay miles de males y de malos, que sostienen su reinado del terror
en el silencio resignado de los buenos, que se sienten incapaces de combatir
tanta maldad.
Nos
han quitado tanto y seguirán en eso, alimentando odios y diferencias,
destruyendo lo que aporte felicidad e incrementando las situaciones que generan
desesperanza, para que sintamos que debemos agradecer cualquier limosna, como
lo son que trabajen y que no se roben los impuestos
Nos
robaron ya las luces de navidad y todo lo que estas representaban: familias
enteras planeando la decoración y trabajando juntos para conseguirla. Familias que
disfrutaban de observarlas y niños maravillados con la magia de la navidad.
Cada
vez hay menos magia, cada año la oscuridad se toma los espacios que dejó
pendiente el año anterior. Cada año vamos más jodidos y con menos ganas de
luchar contra lo injusto.
Que
en nuestras memorias quede que Air-e no lo hizo solo, que contó que con los políticos
y su avaricia. Que en nosotros no se extinga el recuerdo de lo que era ver
nuestra ciudad resplandeciente y de todas las sensaciones maravillosas que
verla así nos aportaba.
Se
nos robaron la magia de las luces de la navidad y con ella un poco de nuestra
tradición.