LO MALO DE LA ROSCA, ES NO ESTAR EN ELLA

 


Que si el esfuerzo, que si los méritos, que si los logros… de nada sirven cuando las oportunidades o eso que llaman oportunidades están dadas por razones distintas al merecimiento y cuyas condiciones son tan limitantes como excluyentes.

Los ingenuos dicen que no hay edad, ni momento de la vida para lograr cosas, pero bien que las oportunidades laborales te las cierran porque si tienes más de 30 y no tienes 8 años de experiencia mínimo en algo, la puerta de la oportunidad empieza a cerrase. Claro está, solo aplica si no eres parte de la rosca.

La rosca te permite llegar y quedarte; te permite dejarles el esfuerzo a otros y llevarte los créditos; te permite figurar, aunque no tengas nada para mostrar a excepción del nombre y el apellido.

Y es que sí, realmente estoy harta de no pertenecer a la rosca y claro que es por pura envidia (aquí no vine a fingir que no) porque soy un ser humano, porque padezco y adolezco de emociones entre ellas la que acabo de mencionar y que a muchos les cuesta decir en voz alta porque a nivel de imagen no es correcto.

Lo malo de la rosca, es no estar en ella; es no poder contar con personas que puedan apalancarte o ayudarte; no estar en la rosca es saber que careces del capital social necesario para sobrevivir en un mundo que no tiene espacio para casi nadie.

No estar en la rosca, es saber que, aunque te esfuerces, los premios se los darán entre sí, aunque tengan claro que no se los merecen, ellos saben que en el mundo de apariencias las paredes llenas de reconocimientos ficticios valen más que los méritos.

La rosca te da estatus, porque te verán rodeado de personas con la capacidad y el poder de posicionar a los demás como bien les plazca de acuerdo a aquello que necesiten obtener o donde les convenga, porque los favores en estos círculos no se pagan con las gracias de los micos.

No estar en la rosca, te obliga a trabajar el doble por cada cosa (en el mejor de los casos), porque porque diferencia de los miembros de la rosca, tu trabajo y esfuerzo pasara desapercibido y te tocará darte los golpecitos de felicitación en la espalda a ti mismo, mientras te repites sin creerte nada de lo que digas, que lo importante es el empeño que en ello pusiste y lo mucho que aprendiste.

La rosca y sus miembros haciendo uso de esos códigos sociales velados y silenciosos capaces de ensordecer, te convencerán que se deben a sus capacidades y esfuerzo, y asentirás con la cabeza, sonriendo lo más cordial que puedas, porque una contradicción frentera, podría quitarte la oportunidad que jamás has tenido de pertenecer a esta rosca, que, aunque reconoces despreciable, guardas la esperanza de que estando en ella, podría traerte el chance que te ha hecho falta.

Porque lo malo de la rosca, es no estar en ella.

El principito

Por: Johanna Carolina Bula  Érase una vez en un país muy muy muy lejano, tan lejano que diera la impresión de ser todos los lugares al mismo...