La editada
Si me preguntaran cuál es el tipo de violencia qué más
perjudica a las mujeres desde temprana edad, yo respondería sin dudarlo que “La
editada”.
Es de lo más “normal” que nuestros padres, en especial las
madres, nos digan que sólo quieren que seamos felices, que comamos perdices y
toda esa perolata que ni ellas se terminan de creer y es que esas terribles e infames “buenas intenciones”,
llevan a estas madres y un sinfín de cómplices a impartir un modelo de crianza,
cuyo resultado es frustrante y nada útil; y a pesar de que algunas valientes
han reconocido la inutilidad del modelo, otras persisten en el error.
Y esa “editada” en qué consiste? Simple, sencilla y
devastadoramente, en un sistemático remplazo de gustos y preferencias, por el
del modelo establecido, siguiendo la forma de los cuentos de los hermanos
Grimm, dirigido bajo una óptica muy al estilo de la rosa de Guadalupe.
Nos dicen que debemos aceptarnos como somos, que seamos
autenticas y todo ese bla bla bla, que nos obligan a modificar, porque al mismo
tiempo que dicen esto, salen con “así no se viste una señorita”, “esa forma de
hablar no es propia de una dama”, “si te comportas así ningún hombre te va a
querer”, “déjese ayudar, a los hombres les gusta sentirse importantes”,
“exagere las virtudes de su hombre (en todo sentido),razón por la cual hay
tanta frustrada y tanto cavernícola convencido que son los mejores en la cama
(no se engañe, esa mentira hace parte del discurso de “la editada”), entre una
larga lista de frases y modelos de comportamiento.
¿Cómo es posible que se nos niegue el derecho a hacer,
sentir y preferir?, todo por mantener apariencias o encajar con ese ideal de
mujer perfecta, esa que se casa, que reza, que no jode, que no pide, que no
exige, que se acomoda a todo, que sacrifica tranquilidad, paz mental,
equilibrio emocional y se somete a una anulación constante de ella misma, de su
juventud, de llanto y sufrimiento interminable; y todo para que en la vejez
puedan decir “a pesar de todo aquí estamos, juntos; él era terrible, pero llegó
una edad en la que cambió (ya no le pegaba, ya no tenía moza, ya no se perdía
el fin de semana), mira tú esa vaina!
Sí, obviamente llegó ese momento, en que la edad no le daba y las energías tampoco,
pero ¡hey!, qué importa, si lo único que perdiste fueron los mejores años de tú
vida y con ello todo lo que pudiste ser, invertiste todo para en la vejez ser la
enfermera de un niño que no creció, sino que envejeció; la buena amiga, que
escucha; la amante insatisfecha pero complaciente; la que aguantó porque en la
editada le dijeron que eso es lo que hace una buena mujer; la valiente que supo
torear cada cacho, con la floja expresión “el siempre vuelve a la casa”; la que
crio sola a los hijos y hoy la culpan de lo que salió mal o si la cría salió
descarriada, pero comparte las glorias y el éxito (porque en estos casos, ahí
si la recompensa es mutua… sabroso es celebrar méritos, con el esfuerzo ajeno).
Y para que vean, yo creo en el matrimonio, en la vida en
pareja, soy una romántica incurable, sólo que mi proceso de edición, no fue
completado; hoy agradezco a mi pereza, o a esa habilidad que tengo de ignorar a
la gente, a las cosas y las enseñanzas (a un punto que aterroriza, no siempre
es bueno).
Creo en las personas, en que si no fingiéramos ser lo que no
somos, si más bien, nos dejaran ser, sentir y hacer lo que nos apasiona, no
construiríamos expectativas sobre sueños y metas que no son nuestras; o me van
a negar que conocen personas “que tienen todo lo que cualquiera quisiera tener”
y no son felices, y quién puede ser feliz si se dedicó toda su existencia a
complacer a otros, dejándose a un lado, porque en “la editada” le dijeron que
fuera el mismo, pero que se acomodara, que se pusiera un filtro, que fuera
el/ella mismo(a), pero no tanto… y de tanto en tanto, todo lo que pudo haber
sido, se perdió en la editada.
O van a negar que mientras leían esto, sintieron que les
hablaba directamente.
Indudablemente el condicionamiento social puede llegar a ser perverso. La teoría de que hay que seguir la opinión mayoritaria sólo por que es mayoritaria es francamente desastrosa. Sin embargo, y aunque una golondrina no hace verano, es refrescante ver en tus líneas que no siempre el condicionamiento tiene éxito. Afortunadamente, o de lo contrario tendríamos un mundo moldeado por tres o cuatro gatos dictando normas y propagando y prolongando el absurdo de no poder vivir como quieras sino como te toca.
ResponderEliminarIndudablemente el condicionamiento social puede llegar a ser perverso. La teoría de que hay que seguir la opinión mayoritaria sólo por que es mayoritaria es francamente desastrosa. Sin embargo, y aunque una golondrina no hace verano, es refrescante ver en tus líneas que no siempre el condicionamiento tiene éxito. Afortunadamente, o de lo contrario tendríamos un mundo moldeado por tres o cuatro gatos dictando normas y propagando y prolongando el absurdo de no poder vivir como quieras sino como te toca.
ResponderEliminartal cual, lo dijiste, el condicionamiento social puede llegar a ser perverso y lo es aún más, cuando viene de quienes más amas. y muchos por no decepcionar a sus padres, prefieren anularse.
Eliminar