El centavo para el peso


El centavo para el peso



Darse de frente con la misma realidad una y otra vez, hace que el asunto se vuelva frustrante, efecto que genera una inteligente conclusión “yo sólo soy buena fracasando”

No es venir a darme golpes de pecho, ni a alimentar las ansias de chisme de nadie y menos que menos despertar lastima, es una conclusión que necesariamente tenía que decirla en voz alta, o escribirla (ustedes entienden)

Desde que tengo uso de razón…o mejor dicho memoria, porque hasta la razón vino dañada de fabrica, otra característica que no tengo, de la larga lista de virtudes que no vinieron conmigo.
Retomo con el enunciado... desde que tengo memoria, he pasado los días con la sensación de que siempre quedo debiendo el centavo para el peso; nunca soy suficiente, nunca doy lo suficiente, no soy lo suficientemente de esto, de aquello o de lo otro; quedo debiendo en cada una de las facetas de mi vida, algo a alguien, algo a todos, algo a algunos, siempre a mí, para este momento ya debería estar acostumbrada, pero el peso en el cuello y la espalda del estrés que si no me lleva al manicomio, me va a llevar a la tumba, pero de que va a tener consecuencias, las va a tener. (No es un enunciado con voz profética, es una cuestión de cultura general).

Días en los que el infierno, sería como estar de vacaciones y la idea del cielo una no tan incomoda fantasía, podría acostumbrarme al silencio absoluto, aunque recuerdo que fijo están un poco de locos que se arrepintieron a los 0,2 segundos antes de morirse y vuelvo al primer destino turístico, sea quienes estén ahí, no creo que les quede tiempo para joder y criticar.

Pero…antes de comprar el tiquete, suspiro pensando articuladamente, que el infierno fue el destino que me tocó por suerte, ese en el que a todo y todos les quedo debiendo el centavo para el peso; una existencia cargada con decepciones propias y ajenas, porque no importa que tanto me esfuerce nunca soy ni hago lo suficiente.

Me devuelvo en el impulso, recreo mi vida, recompongo historias, recuerdo las miradas en las que un día me perdí y también en aquellas que quise que se quedaran para siempre, pero otra vez, no fui, ni soy suficiente.

A la vida, al amor, a la suerte, al éxito, a la felicidad, también les quedé debiendo el centavo para el peso… o era al revés, todas las anteriores me deben a mí?


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