La maternidad requiere
de una cantidad inimaginable de recursos, y no me limito a los económicos, me
refiero a unos en particular que no venden en ninguna parte y que debieran
estar en orden antes de traer una criatura a este mundo.
Hay un recurso que
todas las mujeres deberíamos tener y es que cada mujer que se encuentre maternando,
debería en lo posible tener su propia CAJA DE POLLITOS, y si su cabeza se fue a
una caja (literal) con pollitos de colores, lo primero que debo agregar, es que,
como yo, ya está entrado en años y segundo que definitivamente no me refiero a
eso, aquí no se apoya el maltrato animal.
Una CAJA DE
POLLITOS, puede como es en mi caso, ser un grupo de whatsapp con dos amigas,
que al igual que yo, son mamás. Nos une el cariño y los años de amistad, aunque
no sería absurdo ni exagerado añadir, que también estamos ya, resignadas a
soportarnos de por vida. Pero más allá de eso, nos une la necesidad de poder
desahogarnos de las cargas de la maternidad sin ser juzgadas por otras mamás
que venden una perfección que no se la terminan de creer ni ellas. Todo,
entendiendo que desahogarse no significa amar menos a los hijos, ese es el
encanto de la CAJA DE POLLITOS, que no hay que explicar eso, ¡ya se sabe!. Y de
la vida en general, porque no hay nadie que lo tenga todo resuelto.
Es poder
reconocernos humanas, no robots, ni mujeres esclavas de maternidades “perfectas”,
en esa CAJA DE POLLITOS, reírse de las ojeras propias y ajenas es terapéutico. Presumir
el mondongo, comentar sobre nuestras estrías y hasta bromear acerca de la flacidez
de las tetas, va renglón seguido de algún tip que de manera respetuosa podamos darnos
para sobrellevar alguna situación, teniendo más que claro que, así como libremente
se da, se tiene la misma libertad para no pararle bolas, porque la maternidad exitosa,
es aquella en la que haces aquello que a ti te funciona.
Créanme que tener
una CAJA DE POLLITOS, una conformada por personas con las que te sientas a
gusto, puede ser el contacto exterior con adultos que pasando por la misma
situación, pueden brindarse apoyo, sin el peso de la crítica, los señalamientos
y sin añadir culpa materna a aquello que hemos optado por hacer a diferente,
hacer igual o hacer a nuestra manera.
Mi CAJA DE
POLLITOS, se ha convertido en compañía, en estos momentos de lejanía física, cortesía
de la pandemia; en una forma de despejar la mente, en momentos donde gritar
para adentro no es suficiente; es tener un recordatorio de que la maternidad es
una faceta dentro de las muchas que asumimos.
Contiene altas dosis
de humor, de consejos, de buenos deseos y por sobretodo de muchas, muchas
quejas, de ahí obtiene su nombre. Es liberador, es refrescante, es constatar
que no se está pasando en exclusiva por algunas o muchas situaciones. Es un polo a
tierra nada ortodoxo y muy particular. Es apoyo, asesoría, camaradería y sororidad.
Gracias a MI CAJA
DE POLLITOS, con la más grandilocuente de todas las explicaciones ¡porque ajá!
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