La
Masonería, un camino entre otros
Sonará hasta fuerte para cualquier lector esta afirmación
que le da título al presente artículo y hasta chocante para quienes han
encontrado en la masonería ese camino único, pero es tan cierto, como los
motivos que me llevan a escribir en esta ocasión.
Escuchar las opiniones generales de quienes conocen la
masonería a través de los libros de Dan Brown, el testimonio de su líder
religioso o simplemente dicen saber de masonería porque se han visto todos los
documentales amarillistas de ciertos canales en los cuales se nos compara con
los seguidores ciegos de sectas extrañas y hasta con los mismos
reptilianos; me hizo caer en cuenta de
la necesidad apremiante de tener una especie de monólogo para ser leído con la
voces suyas, sin ponerle un tono especifico.
La masonería no es un “ismo”, es masonería, no
“masonerismo”, por ende no es un dogma ideológico y sus ritos no representan un
proceso de salvación mágica que nos purifica para el resto de nuestras vidas de
nosotros mismos, si querido lector (a) leyó bien: de nosotros mismos.
Pasamos la vida
culpando al diablo de cada cosa mala que hacemos sin darnos cuenta que son
nuestras propias acciones, derivadas de decisiones las que nos acarrean tantos
pesares y arrepentimientos; por eso si busca mágicamente salvarse sin asumir la
responsabilidad de sí mismo, esto no es para usted.
La masonería no pretende ni tiene una forma única y
magistral, ni una imposición que te haga
un ser humano con características de santo y poderes de deidad mitológica; es
un camino largo que se recorre con el paso individual, y que te ayuda por medio
de procesos de auto-esclarecimiento a construirte cada día, resumido en una
consigna “lo que haces, te hace”; es entonces en este andar consiente de
tus acciones y el caminar consiente de tus pasos, que la masonería te descubre
esas aristas que deben ser pulidas, mediante un trabajo diario, con las
herramientas internas y que pondrán coherencia
entre quien eres, lo que haces y lo que dices, trío fundamental en la
construcción del ser que cada quien busca; haciéndote a ti mismo el juez de tus
actos bajo el reflejo de la luz que la hermandad y sus miembros te han señalado;
por ello, la masonería indica su presencia para quien lo desee, libre y
espontáneamente; para quien en su convicción como ciudadano de la tierra, desee
pertenecer como parte integral y aportante de un cosmos más allá de sí mismo, y
se proponga mejorar cada día.
Caminos de auto salvación, de salvación dirigida, de
alienación, existen en todos los idiomas y bajo distintas perspectivas,
prometiendo resolver los problemas por ti y dándote el amor que en ti no existe; si esto es lo que buscas, la masonería
claramente no es para ti. Aquí no se trata de darte una posición social,
económica, ni te convierte en un ser altruista por ostentar ninguno de los
grados. Cada grado sin embargo, te da herramientas para que tu construcción
individual sea próspera y te guíe al final del camino que estas recorriendo; a
tu ritmo, a tu velocidad, con la
compañía que escojas y dejando a tu paso el legado que así consideres.
Cada franscmasón interpretará la consigna como le dicte
su propia conciencia con el mayor respeto hacia las diferentes interpretaciones
y hermanos que las sustentan.
Tu trabajo no dependerá de juicios, pero si se apoyará en
experiencias que constituirán tu arquitectura personal, tu arte real; tu nueva
manera de ser persona, de ser un aprendiz contante y permanente de los
misterios infinitos del universo que en su sabiduría se revelarán sólo cuando estés
listo(a).
Y ahora bien, si ya te dije que no es un camino de
salvación, ni una experiencia mágica sino un proceso de auto-esclarecimiento y
que es un camino entre otros; este camino ha sido escogido por mí de manera
libre y por muchas personas alrededor del mundo que te invitan a ser miembro
desde tu autonomía , libertad y soberanía personal.
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