¡Váyase al carajo!
Desde que nacemos y a lo largo de nuestra vida, en todos los
espacios y de manera frecuente, nos tropezamos con personas o situaciones que
nos afectan o nos dañan.
No se imaginen ni por un momento que les voy a dar una
charla de superación personal, porque no tengo ni idea del asunto y dos porque
ni sin culpa, tengo la autoridad moral, ni la preparación profesional para
hacerlo...ah! y el hecho de que firmemente creo que cada quien es diferente y
por ende hace con su vida y su felicidad lo que mejor le parece, entonces,
claramente, no es una charla de motivación, ni la formula mágica para dejar
atrás los problemas; sólo quise ponerle algo de dramatismo a lo que voy a compartirles
hoy.
A mí me ha servido el siguiente ejercicio, con respecto a
las personas y las situaciones que les mencione al principio y tiene todo de
cierto, desafortunadamente, hay gente tan dañada por dentro que la única manera
de que su saliva no se convierta en veneno, es haciendo daño a los demás...y
sin mayor pudor les digo, todos de alguna manera hemos herido, dañado, o jodido
a alguien.
Pero tampoco me doy, ni les doy látigo por ello; veamos más
bien una técnica que a mí me ha resultado.
Durante años fui reaccionaria, literal que por todo peleaba,
hasta que me cansé, porque el desgaste de entrar en polémica con gente que no
tiene intención de reconocer sus faltas o de admitir sus equivocaciones, es
proporcional a su grado de maldad multiplicado por su ego, potencializado por
sus enfermas actitudes...así que me he dedicado a simplemente dejar así.
Pues si, como lo ven no es una formula mágica, no denota una
conciencia superior, ni un avanzado estado de mente...podría ser más bien
catalogada como una actitud cobarde, si lo ven desde la perspectiva guerrerista
y desde el ego, que a fuerza de querer cambiar al otro, nos hace olvidar, que
cada camino es individual y cada quien escoge sus experiencias.
No defiendo la postura de victima, ni las actitudes del
victimario, para mí simplemente, esa persona o situación muere, no la arrastro,
no la llevo acuestas, ni pago penitencia; claramente después de un duelo consiente
y de tomar en beneficio las lecciones aprendidas.
No odio a nadie, me da una pereza tan bárbara guardar
rencor, que es a veces sorprendente como se puede desarrollar la habilidad
"del muerto viviente", así no le llevo flores a un cadáver , ni
mantengo relación con un ser o situación que no me aporta.
Obvio, están las situaciones o personas que cuestan más, que
se convierten en un trabajo casi diario; el cual, supone colocarme en los
zapatos del otro (sin olvidar talco y medias), tratando de entender que sus
reacciones son manifestación de sus temores; que quien daña o ataca por dentro
está enfermo y como yo no soy médico, su curación no depende de mí; que su
adicción es hacer daño y causar incomodidad, dolor, malos entendidos, no soy
madrina, ni coach... y para aquellas personas que aún conservan el delirio de
salvadores de las almas necesitadas, recuerden que sólo se ayuda al que quiere
cambiar, que a fuerza de voluntad divina y nuestra, la cosa no camina, si la
persona en cuestión pretende seguir con su comportamiento.
Entonces, mi técnica podría llamarse la del "muerto
viviente"; pues aunque en el plano físico la persona comparta nuestro
mismo aire o la situación subsista, en mi mundo interior no existe, sólo quedan
las lecciones...ya ven, no supone un grado de esclarecimiento, ni un alma
elevada, ni ser un santo; es cuestión de tranquilidad mental, de paz, de
entender que si me cargo a cuestas el dolor, esa persona adquiere un poder
sobre mí (y siempre he tenido problemas con reconocer la autoridad...ahora
imaginen lo jodido que sería reconocer a alguien o algo de manera permanente),
así que lo suelto, lo perdono y lo dejo ir (con el respectivo luto que la
persona o la situación requiere)
No les niego que la expresión ¡váyase al carajo! es muy útil
y efectiva como mantra, siempre y cuando no nos vayamos al carajo acompañando
al otro; no deje su tranquilidad en manos de un recuerdo, ni dedique su energía a guardar rencor, eso le da poder a ese muerto viviente sobre usted.
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