Los efectos emocionales y psicológicos de este encierro a
causa de la pandemia del COVID-19 están dejando una larga estela de personas y
relaciones con grietas, algunas totalmente rotas.
A todos, de alguna manera si nos ha afectado, no en la
misma medida, no en las mismas áreas, pero no hay nadie que se escape de alguno
de sus efectos.
Las relaciones de familia y de pareja están afrontando duras
pruebas, la convivencia ininterrumpida, los espacios reducidos, la no participación
de alguno de los miembros en las labores de cuidado, cambios o perdidas en las
fuentes de ingreso, han hecho de las suyas al interior de los hogares y con las
emociones.
Sin dejar de mencionar los altos índices de violencia doméstica,
violaciones conyugales, abusos sexuales a menores, aumento de la
producción y consumo de pornografía infantil y feminicidios, demostrándonos una
vez más (y violencia sería no reconocerlo), que los menores y las mujeres somos
población con vulnerabilidad extrema.
Los perpetradores de estas acciones no lo son por causa de
la pandemia, a la que no se le debe considerar como un pretexto como los medios
de comunicación intentan vender en sus titulares, la pandemia no crea victimarios, ellos lo son en cualquier tiempo, porque entre
otras cosas, este virus no contagia la maldad.
Pero eso es tema para otro escrito, este va dedicado a las
afectaciones emocionales en los individuos, las relaciones de pareja y los
niños, que, si has llegado hasta aquí, es porque reconoces que no son pocas.
INDIVIDUAL
Que si hay que reinventarse, que si hay que transformarse,
que si hay que mutar, que si hay que aprender 8 idiomas nuevos, escribir un
libro, encontrar un pasatiempo, hacer ejercicio, hornear pasteles y galletas,
emprender, ser resiliente, despersonalizarse…y no sé cuántas cosas más. Exigencias
que aturden a cualquiera, que convierten una situación nada ideal como lo es
una pandemia, en otra carrera de egos y de quién logra tener más cosas para
mostrar.
Hay quienes llevan toda su vida tratando de saber quiénes
son y no lo sabían antes de la pandemia y les dicen que tienen que ser otra
persona.
Otros que apenas estaban encontrando su lugar en el mundo;
los que estaban a punto de realizar el viaje soñado, de comenzar estudios, de
casarse, de separarse, porque no todos tenemos las mismas metas, posibilidades
y planes, cosa que a la pandemia poco le importó, a todos nos agarró
desprevenidos y a todos nos ha cambiado las reglas del juego.
Cada uno con su tipo de vulnerabilidad está batallando con
sus demonios personales, tratando de salir lo menos rasguñado posible.
Las fortalezas han tambaleado para algunos, han surgido
nuevas para otros, y hay a quienes se les derrumbaron.
Nos llenan la cabeza de que las crisis deberían sacar lo
mejor de cada uno, pues ahora tenemos el tiempo por el que siempre pedíamos;
pero es que no todos tenemos las mismas herramientas emocionales, soporte económico
y apoyo para que así sea.
Si has logrado cosas nuevas ¡excelente! que sean motivo de felicidad, realización personal
y traigan prosperidad a tu vida.
Si no, no es razón para darse con el látigo de las
expectativas ajenas, a su manera cada uno está escalando su propio Everest,
quizá tu triunfo es mantenerte cuerdo y eso es igualmente valido e importante.
PAREJAS
El aislamiento obligatorio (porque después de tantos meses,
sería ridículo seguirlo llamando cuarenta) no es malo para el amor, es retador
para las dinámicas de las relaciones de pareja.
Y es que pasar todo el día, todos los días, en el mismo
espacio, sin posibilidad de cambiar de ambiente, de tener otro tipo de interacción
social, de enfrentar cambios bruscos, puede convertirse en un verdadero desafío
a la paciencia, que depende de cómo sea manejado, afectará de forma positiva o
negativa la vida en relación.
Este tiempo ha obligado a muchas parejas a conocerse de
nuevo, a repensar en que sustentan su relación, unas parejas han optado por darse
la mano y sortear las adversidades, otras se han declarado la guerra y
convirtieron la casa en un cuartel, si es que antes de todo esto, ya no lo era.
Las relaciones de pareja son retadoras, porque aquello que
no hemos resuelto en nosotros mismos, tiende a proyectarse en el otro. A veces
no es que tu pareja no te da lo que necesitas, es que no es adivino para leerte
el pensamiento y hay cosas que podría estar dándote a manos llenas y no sabrías
reconocerlo porque eres un barril sin fondo.
En esto de las relaciones hay de todo, porque todos somos
diferentes, lo que para mí es la pareja ideal, para ti podría resultar la más
aburrida del mundo.
Lo que si no entra a debate son las relaciones toxicas,
abusivas y violentas, esas no deberían tener carácter aspiracional. Las agresiones
son algo que con o sin pandemia, no tienen justificación, por eso es que si su relación
es toxica, abusiva o violenta, lo mejor es salir de ahí, esa dinámica está
viciada y es un peligro para su integridad física, para su salud mental y
estabilidad emocional.
Ahora bien, todos hemos sido desafiados en nuestras
relaciones de pareja durante el confinamiento, cada pareja tiene su historia,
luchas, dificultades distintas y meterlas en un mismo saco es impensable.
Por otro lado, las parejas se componen de individuos, que
tienen una construcción y manejo de emociones y situaciones diverso, hechos que
lógicamente aportan para bien o para mal en la dinámica de la relación y las
maneras en que estas pueden pasar de retos superados con éxito a retos
convertidos en desastres.
Creo que ya más de uno, haciendo un balance de su relación,
cayó en cuenta de que una buena pareja, es fundamental, que el amor sin respeto
no es resistente a las adversidades y que la inteligencia emocional propia y
del otro con quien se establece un vínculo amoroso, asegura una buena dinámica.
Propender por relaciones sanas, con personas emocionalmente
estructuradas y comprometidas es una gran lección que nos deja esta pandemia.
NIÑOS
Padres y cuidadores padeciendo “clases virtuales” de los
menores, pero más que ellos, lo están padeciendo los niños, a los que les ha
tocado adaptarse a un sistema totalmente nuevo, mientras lidian con estar en
casa todo el día, no tener contacto con sus amistades, espacios de juego,
alejados de abuelos y otros seres queridos que les representan estabilidad y
les refuerzan el sentido de pertenencia a su clan familiar, aun así, los profesores se han encargado de
enviar actividades en exceso y seamos honestos, varias de estas bastante innecesarias
y como todo aquello salido de la imaginación de alguien que quiere justificar
notas, más que generar procesos de aprendizaje exitosos, son frustrantes,
tediosas y requieren demasiadas horas o materiales.
La realidad golpea a unos niños con mayor dureza que a otros,
hay quienes no solo deben lidiar con lo anterior, sino que deben soportar
entornos violentos, agresiones verbales y físicas, incapacidad de los padres o
cuidadores de ser una ayuda en las actividades escolares y soporte en las
dificultades emocionales.
Los niños, son niños, están llenos de energía y no tienen porqué
comportarse como adultos, ¡no lo son!, ellos que apenas estaban formándose una
idea del mundo y aprendiendo a moverse en él, sin previo aviso, vieron todas
sus estructuras y sistemas cambiar.
Están haciendo su mejor esfuerzo todos, es más llevadero
para los que tienen herramientas emocionales para hacerlo; los que no, están
pasando aprietos mucho mayores que se manifiestan en pataletas, frustración mal
manejada, que, en muchos casos, es una labor titánica para los padres
controlar.
Ellos no estaban acostumbrados a pasar tanto tiempo con sus
padres, ni sus padres con ellos, para todos, es un cambio de dinámica.
Madres exhaustas, que trabajan al tiempo que intentan
balancear las obligaciones que se le triplicaron, mientras a su vez están
tratando de no caerse a pedazos.
Padres que nunca fueron colaboradores de las tareas domésticas
y de cuidado, tampoco lo han sido en medio de una pandemia, porque en su idea
de mundo, ni, aun así, le corresponde encargarse… de absolutamente nada que sea
ajeno a él.
Los padres que han fortalecido su rol de padres
comprometidos en procesos colaborativos, que procuran entornos respetuosos, que
acompañan a sus hijos (con o sin relación de pareja), han tenido como resultado
niños más disciplinados, con mejor desempeño académico y han mostrado una
fortalecida inteligencia emocional, están atravesando este tiempo de mejor
manera, mientras desarrollan aspectos fundamentales y valiosos que les van a
servir a lo largo de la vida.
Pero el tedio puede llegar, el fastidio, las ganas de
jugar, ya los hemos visto extrañar el colegio, cualquier vestigio de normalidad
para ellos es un alivio al encierro.
Así que piense antes de traer hijos al mundo, eso va más
allá de cumplir con el requisito social de la descendencia y tener la plata
para alimentarlos, son tareas compartidas (con o sin relación de pareja), es
una responsabilidad para toda la vida; si va a traer hijos para hacerles
padecer el infierno en la tierra, mejor no los traiga, el mundo se lo va a
agradecer. Mejor ser un adulto responsable y consiente de sus capacidades que
un padre o madre de hijos violentados y traumados. No hay pandemia más nefasta
que la de adultos incompetentes, criando una niñez rota.
Cada situación, merece el reconocimiento del esfuerzo que
se hace, lo merece cada persona que está haciendo lo mejor que puede con lo que
sabe y con lo que tiene, hay luchas más intensas y situaciones penosas que este
confinamiento ha recrudecido.
Es tiempo de ser empáticos, solidarios y mejores seres
humanos, PORQUE A TODOS, DE ALGUNA MANERA SI.
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