Cada quien debe
alimentar sus vínculos con sus seres queridos, eso no es tarea ni obligación de
terceros, eso pareciera tener todo el sentido del mundo afirmarlo.
Luego sucede,
que eres madre y te toca casi que obligatoriamente mantener el vínculo afectivo
de tu criatura con el padre ausente y asumir el papel de guardián de los lazos
afectivos que estos ni se molestan en tener.
Todo el mundo
opina y te dice que es por el bien de los hijos, pero si es en nombre de ese
bien ¿por qué no le dan esos mismos conejos al padre ausente, con el mismo
tono de reproche?
Eso no pasa,
porque a las madres se nos endilgan todas las responsabilidades y obligaciones
en nombre de un supuesto bien de los hijos, pero esa misma gente, disculpa al
padre ausente.
La supuesta
ignorancia afectiva de los hombres no es excusa, para que estos no asuman su
labor de padres y procuren el bienestar emocional de los hijos, con tiempo de
calidad, con conversaciones, con llamadas y mensajes constantes. Pero estos bien que
esperan un amor sin condiciones de los hijos.
Si notan que hay
un patrón con algunos hombres, que, siendo emocionalmente distantes, estando
ausentes, aun así, creen que se les debe retribuir con amor
incondicional.
Nadie debe amar
por obligación a nadie, ni los hijos a los padres, ni siquiera los padres a los
hijos. Los vínculos se deben construir y se deben alimentar, pero nos educaron en el amor obligado a la familia, a los padres sean estos buenos o malos, nos educaron para creer que en nombre del amor hay que soportar ausencias, indiferencias, maltrato y un largo etcétera, porque se supone que a la familia hay que amarla por sobre todas las cosas, idea nociva y perjudicial que a más de uno le ha costado tranquilidad.
El amor no es algo que deba darse por obligación, ni debe mantenerse sin razones, debe ser sano, recíproco, respetuoso, cualquier clase de amor, no solo el amor romántico.
No es labor de
ninguna madre, hacer las del mico para que los hijos amen a un padre que no se
comporta como tal y que no muestra intenciones de participar en la vida de su
hijo.
Nos corresponde
darles herramientas a nuestros hijos, para que entiendan que el comportamiento
de su padre hacia ellos, no define lo valiosos que son como persona, porque esos hijos con padres ausentes, creen que hay algo malo con ellos, que por eso papá no los quiere, a esos hijos hay que repetirles y demostrarles que ellos merecen todo el amor del mundo.
Llegada cierta
edad, ellos comprenderán que los padres ausentes lo son por diversos motivos, puede ser que sean personas con nula formación afectiva, personas que no saben relacionarse, pero que ellos como hijos no les deben amor, que nada de lo que hagan va a ser que los ame pero que no hay nada malo con ellos, que son maravillosos y que está
bien, que no todas las personas alrededor suyo van a amarlo, pero que son importantes las personas que si los van a amar y los van a amar bien. Porque por encima del amor a secas, el amor que sabe amar.
Que hay que
amarse mucho, para que su autoestima no dependa de las apariciones fugaces de
estos padres ausentes, y que no permitan vender su amor a cambio de regalos.
A todas las
madres que hoy se sienten con la obligación de alimentar un vínculo que no
existe, les digo que se liberen de cargas innecesarias, que esa energía que se
utiliza en tratar de crear puentes entre sus hijos y padres ausentes, úsenla para
blindar las emociones de sus hijos, intentar que sean capaces
de no odiar, pero que también sean consientes que no necesitan un amor forzado.
Una lección de vida, que va a forjar en ellos la idea del amor sano y poder, generación tras generación ir terminando tradiciones dañinas alrededor de la idea de familia.
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