NO SOMOS PERSONAS CON HIJOS QUE SE DIVORCIAN


Por donde uno lo vea, las mujeres siempre estamos en desventaja hasta en la responsabilidad de los hijos después del divorcio, que es tradicionalmente una de esas labores que recaen sobre la madre ¿por qué? Porque se supone que nos toca.
¡ajá! A uno, lo único que le toca es morirse, lo demás son cuentos.
Pero no es de extrañar que las responsabilidades, pesares y sacrificios deban ser femeninos, pero las glorias… esas sí son compartidas.
Las mujeres que tenemos hijos con parejas con las que no convivimos o de las que nos divorciamos lo tenemos doblemente complicado.
En una sociedad patéticamente envuelta en la doble moral como la nuestra, divorciarte si eres mujer es un crimen y si tienes hijos es un agravante.
La sociedad cuyas conductas uniformes dictan que es lo bueno y que es lo malo, mientras hacen muchísimo de lo malo a escondidas y de lo poco bueno que medio hacen, lo amplifican con bombos, es la que se ha encargado de marcarnos con letra escarlata a las mujeres con hijos que nos divorciamos.
Al parecer el estado de la soltería no se recupera nunca, porque ya la criatura o criaturas son la prueba irrefutable de que no eres “señorita”, (volvemos al peso terrible que se le ha atribuido al himen y al cuerpo de las mujeres como algo que con el uso se desgasta).
Aunque todo el mundo tiene sexo premarital y/o extra marital hasta que no hay criatura, esta práctica es ignorada y ocultada bajo el manto del negacionismo practico, tan hipócrita como la gente misma.
Las críticas, las presiones y las burlas, recaen sobre la mujer con hijos que se divorcia, porque al hombre con hijos que se divorcia se le excusa todo, ellos tienen derechos que nacen en su miembro viril.
No tener pene, te reduce los derechos y te aumenta los deberes para con todo el mundo y multiplica por mil cada error y cada culpa.
Un hombre con hijos que se divorcia es un objeto preciado, que tiene derecho a tener la vida que quiera y acostarse con quien quiera, porque así ha sido siempre. Sus impulsos e inestabilidad se vanaglorian como cualidades inherentes a su condición de macho, por eso con el divorcio, se olvida si quiere de los hijos, porque pueden, porque la sociedad ha sido cómplice de ellos y verdugo de las mujeres.
Esas personas que en teoría están en la misma condición, las mujeres nunca estamos en la misma condición, de nosotras se esperan lutos largos y por esos lutos me refiero a que tenemos que olvidarnos que tenemos deseos sentimentales y/o sexuales, porque el ego de los hombres no soporta que su pene sea eventualmente reemplazado, pero que lo disfrazan en las bienintencionadas frases de lo que debe hacerse por el bien de los hijos.
La sociedad condena nuestros deseos y pretende que no existan, en razón de la maternidad ¿por qué cómo se le ocurre a una mujer que es madre, querer tener sexo, salir a bailar o querer en general cualquier cosa?
Resulta que las mujeres con hijos que se divorcian tienen que guardarle luto y respeto al ex marido, porque como somos propiedad de los machos, ese estado de soltería jamás regresa, somos divorciadas hasta que nos casamos de nuevo, que, a los ojos de la sociedad, nos devuelve el valor y la honra que con el divorcio al parecer también perdimos.
Ella tiene que esperar a otro hombre que la lleve al altar y que se haga cargo de los hijos que el padre biológico tan convenientemente bien tuvo olvidar, y mientras esa otra unión llega, se dedique a los rezos, a la espera virginal y meditativa, de olvido de su vida, placeres y metas.
Que se entregue a una maternidad de sacrificio y olvido de sí misma, porque lo que ayer cando estabas casada te dijeron que era una bendición, cuando te divorcias es una responsabilidad que solo es tuya y que te exige renuncia y más renuncia.
A una mujer con hijos que se divorcia se le cuentan las risas, las rumbas, se le miden las palabras, los escotes y las faldas, las horas en el trabajo, en el gimnasio, las copas de vino y hasta los suspiros.
Porque la mujer que se divorcia y tiene hijos, tiene no solo que posar de santa, tiene que serlo.
Los hijos y la maternidad se han usado en contra de la libertad de las mujeres, en nombre de ambas se ha construido un cerco que el divorcio llega a rematar. Muchas veces las familias de la mujer, hacen las veces de centinelas, haciendo más asfixiante el poco espacio, no hay tregua, no hay descanso para las mujeres con hijos que se divorcian.
Los hombres divorciados con hijos, son hombres solteros, sin responsabilidad alguna que cargar en sus espaldas, su dignidad y honra no saben de reproches, ni su valor personal disminuye.
Muchos dejan hasta de ser padres, si es que en el tiempo de convivencia lo fueron, porque los hijos son responsabilidad de la mujer, no de ellos.
Para los hombres con hijos que se divorcian las horas del reloj les pertenecen en amplitud, sus deseos son considerados propios de su naturaleza, de sus copas de vino nadie lleva cuenta, de sus encuentros amorosos no hay registro, de su vestuario o comportamiento no se hace comentario alguno.
A los hombres con hijos que se divorcian se les da el tiempo, el espacio, las excusas para abandonar cualquier responsabilidad, sin embargo, exigen todo el amor de los hijos, ese amor del que se creen merecedores a pesar de su abandono y se atribuyen los logros y éxitos de estos, pero rara vez se responsabilizan de lo que no sale tan bien.
Un hijo exitoso es obra del padre, un hijo no tan exitoso o fracasado es culpa de la madre con hijos que se divorcia y así con todo, debiendo todo o en parte, pero debiendo.
Al hombre con hijos que se divorcia, la sociedad complaciente le sonríe y le invita a manos llenas a disfrutar de la vida, porque el divorcio es una nueva oportunidad; a la mujer con hijos que se divorcia, la sociedad la enjaula y la encasilla, porque el divorcio es un fracaso.
Ni siquiera la misma situación, nos pone en igualdad de condiciones, porque no somos personas con hijos que se divorcian, somos mujeres con hijos que se divorcian y hombres con hijos que se divorcian y eso hace toda la diferencia.


P.D Esta es la realidad de la mayoría, no ocurre en todos los casos, hay hombres que saben seguir siendo padres después del divorcio, por amor a sus hijos y sentido de responsabilidad, que participan activamente en la vida y crianza de sus hijos, con su amor, respeto, presencia, que no hacen caso omiso a sus deberes económicos, esos hombres lo entendieron todo. Y que tampoco tiene porque significar una alabanza desproporcionada por hacer lo que le corresponde como adulto funcional que trajo hijos al mundo.






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